Mientras los chicos se quitaban los hechizos y organizaban la sala común
ante las risas comunes. Yo agite mi varita y me quite el sortilegio de mi
cabeza. Me senté a la cama y pose a mi halcón Antares era un halcon
completamente negro con unas pupilas de un color dorado y plateado a la vez.
El sello de siempre estaba colocado en la apertura de la carta, coloque mi
mano encima y un sonido se escucho dentro de la carta, el hechizo que protegía
su contenido se había esfumado, comencé a leer, una extraña noticia acompañaba
a varios datos, estaba perplejo. Comenzó a hacerse de noche y yo volví a leer.
La guarde en un compartimento de baúl y cogí pergamino nuevo, recite varios
hechizos y comencé a escribir, mi pluma parecía una vuelapluma no pensaba lo
que escribía simplemente lo hacía. Doble la carta, la toque con la varita y con
cuidado la anude a la pata de Antares. Abrí con cuidado la ventana y mire a mi halcón.
-Ya sabes donde llevarla, vuela rápido, tienes que estar de vuelta esta
noche.
Lo solté y comenzó a volar con rapidez.
Me acerque al baúl y lo mire, me tumbe en la cama a oscuras e imagine su
sonrisa.
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