Ronen estaba sentado en un sofá de aquel gran salón, las luces
estaban apagadas, pronto ese lugar donde había vivido los últimos diez años,
solo sería un apartamento más en venta. Sus dedos se enfriaban por el hielo que
estaba dentro del whisky escocés, que desaparecía a cada trago. La melancolía recorría
todos sus pensamientos, amigos perdidos, amigos olvidados, incluso los enemigos
que lucharon una y otra vez contra él.
Aquel incidente hizo que todas las historias acabasen, provocando una paz
duradera que se alargaría mientras el mundo existiera, sonaba tan utópico en
los pensamientos de aquel hombre viejo...
A partir de ahora solo sería otro
hombre más, un viejo que pasaría sus días sentado frente al televisor o en
cualquier parque viendo pasar el tiempo. Todo el servicio que había prestado al
mundo, a esa ciudad que antaño supuraba criminalidad y decadencia, todo aquello,
pasaría al olvido.
El amanecer se acercaba, ahora tocaba marcharse, dar el último portazo a esa
puerta, dejar todos los aquellos recuerdos, todas aquellas batallas, pero
sobretodo aquella máscara. A la luz del día todos serían hombres y mujeres,
nunca mas héroes o villanos, la edad heroica había finalizado y con ella los
sueños, la vanidad, la criminalidad, esos egos desmedidos. El final de todos
los sueños.
Caminó por aquellas calles frías de invierno, para perderse de todos, ya no
quedaba nada que hacer en ese mundo que se enfrentaba a la realidad, una
realidad devastada sin ilusión.
No mas héroes, no mas villanos, solo el camino que hay frente a ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario