Los dedos se movían por el teclado, solo escribía, absorta en las pantallas
que estaban colgadas de la pared, alguna vez pensaba en sus padres, al menos en
los que no que no había conocido nunca, trato de buscarlos con su don, sin
suerte alguna, como si nunca hubieran existido.
Su mentor la cuido como si de una hija se tratase, dándole todos los
caprichos que quisiera, educándola, entrenándola, fue brevemente al instituto,
pero le resultaba demasiado aburrido. Siempre decía palabras que los profesores
no comprendían, un mes antes de la hecatombe dejo el instituto y se recluyo en
el edificio que tenía su padrastro, no le gustaba esa palabra, pero tampoco se
atrevía a llamarlo padre, porque dentro de su corazón no lo era, aunque por
alguna razón sus padres la abandonasen, esos cuya seguridad de su hija nunca se
cuestionaron dejándola atrás y desapareciendo.
Un pensamiento la cruzo por la cabeza, olvidando por completo en que estaba
pensando, miro la imagen de las cámaras de seguridad de los alrededores, algo
se movía en el exterior, pero los detectores no mostraban actividad, sería
cualquier ratero en busca de un golpe fácil.
El editor de texto que tenía delante mantenía el cursor parpadeando, en un
parpadeo volvió a su tarea, no recordaba la última vez que durmió, tal vez fue
hace un par de días. Un reflejo en el final de la sala la hizo sonreír, pulsó
unos cuantos botones, los monitores y equipos se sosegaron. Arrastro sus pies
hasta el dormitorio para tirarse encima de la cama.
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