Despierto siempre de mala gana,
detestando aquel lugar, ese olor y todas esas pequeñas cosas que habitan mi
cabina.
Miro a lo que parece
un cielo amaneciendo, pero solo es una ilusión, creo que todo este tiempo solo
he vivido de ilusiones. Tengo que despejarme o no llegare a tiempo al desayuno.
Me visto lentamente ajustándome el traje, mi cuerpo sigue cambiando, no se si
esto terminara algún día, espero que si, así no tendré que reajustar
ningún parámetro de mi vestuario.
El momento que odio más que nada en el día,
mirarme en ese espejo y ver esta cara, escuchar siempre mis dos pensamientos
uno que se culpa por todo lo ocurrido y otro que odia a todo y a todos, el agua
me moja la cara, pero no me alivia aunque este fría. Sabía que suponía ese
pensamiento de buena mañana, los recuerdos que pasarían por mi mente con frases
nunca dichas y actos a medio hacer, con dos maneras de pensar diferentes que en
este instante no podían hacer nada por viejos errores.
Aunque odiara aquel lugar como nada en este
mundo, mi posición era la que era, capitán de una nave que solo tenía un rumbo
constante, era un poco necio, mentirme a mismo no tenía caso.
Abandonar a una tripulación a la cual apenas
conocía era algo impensable para mi, no tenía remedio, era cosa del deber, el
honor y la lealtad. Por el bien de todo yo debía permanecer al mando,
manteniendo el rumbo y siendo yo. Aunque mantuviera mis pecados en mi
pensamiento, aunque fueran conocidos por algún miembro de la tripulación, en
esos días en los que mis pensamientos por el pasado nublaran mi vista, debía
mantener la mirada en el futuro, ellos dependían de mi. Un capitán no es nadie
sin su tripulación y un capitán sin sus propios pensamientos es un cascaron
vacío ante el peligro.
La consejería siempre había velado por mi
cordura, pero yo no sabía que hacer. No podía mantener de esta forma mucho
tiempo, si la consejería descubría que mi cordura estaba tan comprometida
tomaría las medidas oportunas para retirarme de cualquier puesto de
responsabilidad. Era lo que menos necesitaba que me retiraran por incapacidad
mental, eso me haría sumirme mucho mas en una espiral de la cual tardaría
demasiado tiempo en salir.
Golpee el espejo
mirándome por última vez en ese día y saldría a mi pequeño mundo, lleno de
gente que desconocía, de caras nuevas transferidas de otras naves de la flota, sonreí
falsamente y me dispuse a salir de aquel lugar que detestaba y al que tenía que
volver terminado el día.
Afronte el pasillo
con una sola frase que recordé de mi tiempo en la escuela de navegación
estelar, escrita en un dialecto antiguo "For the shake of a crew"
1 comentario:
Me gusta, en especial, esta frase: [...] dos maneras de pensar diferentes que en este instante no podían hacer nada por viejos errores [...]
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