Tenía la boca un poco seca, como si no hubiera bebido nada en días, intente
hablar como pude.
- ¿La chica?- el dolor apenas me dejaba hablar.
- Se la llevaron sus tíos a casa, no era de este colegio, ¿que haría una chica aquí? Que juventud.
Volví a pensar en ese bastardo, otra vez lo había hecho, ya me lo cruzaría un día, me amargaba la existencia, la ponía en peligro y delante de mis ojos. No me importaba que me encerraran el pagaría por todo. La enfermera me dio un sorbo de algo que sabia a zumo cactus rancio, me bajaba por la garganta abrasándome, después de eso quede profundamente dormido.
El sol pego en mi cara aquel día, no sabía que día era, ni qué hora, pero las risas y voces de algunos conocidos se acercaban.
- Vamos despierta dormilón!! - era Jake, que me golpeaba la pierna.
- Y luego somos nosotros los que nos metemos en líos, eh Dimas, - me inquirió Puck.
- Te hemos traído algo - dijo con voz queda Layla.
Una bolsa llena de chucherías de Hogsmeade, y dentro dos zumos de calabaza. Ella lo poso en la mesilla de al lado de mi cama. Ya no sentía tanto dolor, ahora trataba de acomodarme.
-Gracias - les dije con una media sonrisa.
- Todo sea por un Gryffindor - Sein decía con tono jocoso y firme.
- ¿Dimas que paso con la chica?, por que estabas herido - pregunto Layla mirándome a los ojos.
- No puedo decir nada -
- Te metiste en una pelea de magos por la chica, eh picaron - dijo Luck.
- Como Jake aquella vez, con esa Veela - reía Sein.
La mirada de Layla se clavo en el chico, este coloco sus manos indicando que era una broma. Todos empezaron a reír y yo con ellos, aun me dolía un poco al reírme.
-Venga chicos id a vuestros quehaceres - ordeno la enfermera. Cada uno se despidió, Layla me miro a los ojos una última vez, no se había ido nada contenta, no era una chica a la que le gustaran los cotilleos, pero se sentía intrigada y preocupada. En nuestra casa existía el vínculo de la lealtad, ningún Gryffindor había quedado nunca sin protección, por que los unos nos apoyábamos a los otros. Esa noche descanse.
A la mañana siguiente la enfermera vino a quitarme el último vendaje, me notaba la piel ligeramente más sensible de lo habitual y al tocarme note como no había marca de heridas. Como siempre la enfermera había realizado un excelente trabajo, siempre era así, la escuela era el lugar donde ocurrían mas accidentes, algunas veces recorría los pasillos refunfuñando, "estos jóvenes siempre experimentando".
Me puse el uniforme y me dirigí a la Sala Común, había cosas que tenía que arreglar, según me dijo la enfermera aquel día era domingo, así que tendría todo el día libre para hacer cosas. Baje la mirada y recordé lo primero que tenía que hacer.
Estire por completo mi brazo y solo dije una palabra.
-Antares - el chillido de un halcón recorrió el hall de entrada y se poso en mi brazo, le acaricie la cabeza y comencé a subir a la lechuceria, allí seguramente hubiera papel para escribir una carta. Solo tenía dos cosas en la cabeza el bastardo de Denario y Adara. Estaba preocupado por ella y la encontraría costara lo que costara.
- ¿La chica?- el dolor apenas me dejaba hablar.
- Se la llevaron sus tíos a casa, no era de este colegio, ¿que haría una chica aquí? Que juventud.
Volví a pensar en ese bastardo, otra vez lo había hecho, ya me lo cruzaría un día, me amargaba la existencia, la ponía en peligro y delante de mis ojos. No me importaba que me encerraran el pagaría por todo. La enfermera me dio un sorbo de algo que sabia a zumo cactus rancio, me bajaba por la garganta abrasándome, después de eso quede profundamente dormido.
El sol pego en mi cara aquel día, no sabía que día era, ni qué hora, pero las risas y voces de algunos conocidos se acercaban.
- Vamos despierta dormilón!! - era Jake, que me golpeaba la pierna.
- Y luego somos nosotros los que nos metemos en líos, eh Dimas, - me inquirió Puck.
- Te hemos traído algo - dijo con voz queda Layla.
Una bolsa llena de chucherías de Hogsmeade, y dentro dos zumos de calabaza. Ella lo poso en la mesilla de al lado de mi cama. Ya no sentía tanto dolor, ahora trataba de acomodarme.
-Gracias - les dije con una media sonrisa.
- Todo sea por un Gryffindor - Sein decía con tono jocoso y firme.
- ¿Dimas que paso con la chica?, por que estabas herido - pregunto Layla mirándome a los ojos.
- No puedo decir nada -
- Te metiste en una pelea de magos por la chica, eh picaron - dijo Luck.
- Como Jake aquella vez, con esa Veela - reía Sein.
La mirada de Layla se clavo en el chico, este coloco sus manos indicando que era una broma. Todos empezaron a reír y yo con ellos, aun me dolía un poco al reírme.
-Venga chicos id a vuestros quehaceres - ordeno la enfermera. Cada uno se despidió, Layla me miro a los ojos una última vez, no se había ido nada contenta, no era una chica a la que le gustaran los cotilleos, pero se sentía intrigada y preocupada. En nuestra casa existía el vínculo de la lealtad, ningún Gryffindor había quedado nunca sin protección, por que los unos nos apoyábamos a los otros. Esa noche descanse.
A la mañana siguiente la enfermera vino a quitarme el último vendaje, me notaba la piel ligeramente más sensible de lo habitual y al tocarme note como no había marca de heridas. Como siempre la enfermera había realizado un excelente trabajo, siempre era así, la escuela era el lugar donde ocurrían mas accidentes, algunas veces recorría los pasillos refunfuñando, "estos jóvenes siempre experimentando".
Me puse el uniforme y me dirigí a la Sala Común, había cosas que tenía que arreglar, según me dijo la enfermera aquel día era domingo, así que tendría todo el día libre para hacer cosas. Baje la mirada y recordé lo primero que tenía que hacer.
Estire por completo mi brazo y solo dije una palabra.
-Antares - el chillido de un halcón recorrió el hall de entrada y se poso en mi brazo, le acaricie la cabeza y comencé a subir a la lechuceria, allí seguramente hubiera papel para escribir una carta. Solo tenía dos cosas en la cabeza el bastardo de Denario y Adara. Estaba preocupado por ella y la encontraría costara lo que costara.
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