"Se que buscas a tu amada, ella se encuentra en algún lugar del este, búscala incansablemente, solo tu podrás encontrar el calor de otro corazón.
Dama Glacieli"
Ese nombre, ese nombre me sonaba, lo había leído en algún lugar, maldita sea. Sabia por lo menos donde empezar a buscar a Adara, subí a mi cuarto, la gente me miraba, aunque solía llevar de vez en cuando a Antares en el hombro, no era muy común que los alumnos portaran a sus aves por dentro del recinto del castillo.
Le ofrecí unas cuantas chucherías a Antares, baje un momento a la sala común y escuche un ruido, desde el fuego una carta se poso en mi mano.
"Tu valor es calor para tu amada, en el país donde nacen imperios. Busca a los leviatanes verdes.
Dama Prunae"
Otra carta de otra dama, estoy me parecía surrealista, ambas me daban pistas del lugar, era muy claro el mensaje, Adara estaba en algún lugar del oeste del mundo, que tenían que ver los leviatanes verdes.
Abrí la ventana para que el viento me diese en la cara, no podía pensar era todo tan confuso. Un fuerte viento me tiro a la cara otra carta.
"El viento se lleva a tu amada, del sol llegan mensajes de esperanza. Vuela junto a ellos
Dama Aurae"
Era una broma de mal gusto todas aquellas cartas, las deje encima de mi cama y fui al baño a tomar un vaso de agua, algo estaba atrancado en el lavabo, un chorro me dio en toda la cara y otra carta empapada pero seca se poso en mi mano.
"Tu amada enjuga sus lagrimas, naciente es el día que la veas, los imperios caen bajo el agua, pero en el lugar son míticos y luchan
Dama Aquae"
Todo acertijos, os odio damas, las odiaba por no decirme donde se encontraba Adara, todo eran acertijos.
Reuní las cuatro cartas y me acosté en mi cama, Antares seguía comiendo, me quede dormido y pensé en ellas, había leído algo de unas damas, pero no sabía dónde.
Note un olor a quemado, algo incandescente estaba a mi lado, salte hacia atrás y aquello se cayó en el suelo y se hizo uno con la piedra dejando tras de sí una carta.
La abrí sin quemarme y leí
"El calor permanece en tu amada, antiguos son tus sentimientos, la piedra ardiente no está en aquellos lugares
Dama Ignea"
La piedra comenzó a temblar y de ella salió un pequeño golem que traía una carta en su espalda, me la entrego y se hundió en el suelo
“Moverías la tierra por tu amada, su lugar está lejos de tu tierra pero largo es el camino”
Dama Terrae
Otro maldito acertijo, estas asquerosas damas solo me daban palabras y yo quería datos, datos. Lo eche junto a mi cama, era el sexto acertijo de aquel día. Seguían recorriéndome aquellos recuerdos sobre Adara y que tenían que ver con las damas, algo estaba en mi mente.
De nuevo algo ocurría a mi alrededor una pequeña flor crecía y desaparecía posando en el suelo una carta, como las anteriores comencé a leer.
"Darías la vida por tu amada, inanimados se encuentran ahora tus sensaciones, un lugar lleno de vida
Dama Animae"
Siete cartas se acumulaban encima de mi cama, siete ese número, esas damas, damas, se repetía en mi cabeza, ELLAS.
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